Eckhart. Juan
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   Filósofo y místico alemán. Nació en 1260 en Turingia e ingresó en la Orden dominicana  en el Noviciado de Erfurt. Hacia 1285 estudió en Colonia. Luego fue prior de la misma casa de Erfurt y vicario de Turingia en 1298. Sus primeros escritos son de esta época. "Discur­sos espirituales", "Comentarios al libro de las Sentencias" y "Tratado sobre la oración Dominica". En 1300 va a París y en 1302 es ya "Maestro" en Teología. Su actividad docente es admirable.
    Defendió con ardor el tomismo contra los franciscanos y escotistas. Además de su docencia, escribió diversas "Cues­tiones de París" entre las que figuran temas como: "Acerca de Dios", "Sobre la inteligencia de los ángeles", "Sobre la alabanza a Dios".
  En 1304 interrumpió la labor docente al ser nombrado Provincial de Sajonia. Pero en 1311, dejado el cargo de Provincial, vuelve a París como profesor de Teología. Escribió nuevas cuestiones "Las segundas de París”, "Sobre el movimiento", "Sobre el Cuerpo de Cristo", el "Libro de la divina consolación" y "Tratado del hombre noble". Son hermosos de este tiempo sus comentarios a diver­sos libros bíblicos.
   De 1314 a 1323 fue prior y predicador en Estrasburgo, donde pronunció durante este tiempo sus famosos sermones en alemán y latín dirigidos a monjes. Llevado luego a Colonia como rector del Estudio General de la Orden, fue convocado para un interrogatorio sobre su ortodoxia en 1325 por parte del arzobispo de Colonia, Enrique de Virnebourg, que lo consideraba sospechoso de perte­necer a la secta de los begardos. En 1326 se incoó un proceso por el Arzobispo. En 1327 apeló al Papa y, a pesar de haber declarado su ortodoxia retractándose de los eventuales errores, la comisión rechazó la demanda a Roma. En ese mismo año falleció si haber resuelto la acusación, quedando en suspenso su causa.
    El Papa Juan XXII nombró a posteriori en Avignon una comisión de teólogos para que revisaran la acusación de Colo­nia. El veredicto fue contrario a Eckhart y en 1329 el Papa promulgó la bula "In agro", condenando 28 proposiciones (17 heréticas y 11 sospechosas de herejía y malsonantes). La historia posterior le haría justicia reclamando su inocencia doctrinal y, en todo caso, alguna ambigüedad mística en sus planteamientos, que nunca fueron obstinados, pues hubo varias públicas retractaciones de errores si los tuviere.
   El centro de su planteamiento fue la reclamación de la originalidad divina y su problema fue el vocabulario. Eckhart navegó entre tomismo y agus­ti­nismo, incomprensible para sus segui­dores y para sus detractores. Ese nomi­nalismo místico hizo posible interpretacio­nes contradictorias. Ello contribuyó a hacer de él un personaje discutido en vida y rechazado después de muerto por quien entendió como panteístas sus expresiones de cierto tono semipanteísta.
    Entre sus seguidores resaltaron algu­nos dominicos como Taulero (+ 1361), místico y cautivador de unos grupos de seglares, religiosos y monjas de Renania, por lo que luego daría mucho que hablar la pureza de su doctrina. También le ensalzó Enrique de Suso (+ 1366), que defendió la unión entre mística y filosofía, sentimiento y especulación.
   Un admirador, más que seguidor, fue Ruysbroek (+ 1381), el cual trasladó mu­chas ideas del Maestro a los Hermanos de la Vida Común: Nicolás de Cusa, Tomás de Kempis y Dionisio el Cartuja­no.